Posteado por: rodrigonavarrobenitez | marzo 4, 2010

El Pez León llegó para quedarse. por Rodrigo Navarro

 

Le decían el “chilaquil” porque venia del DF, ahí aprendió a bucear en una alberca a 380 km de distancia de la playa más cercana. Durante su curso daba la vida por asistir a su primera práctica en el mar hasta que finalmente buceó en Acapulco en un mar chocolatoso donde la visibilidad tiene escasos 5 pies. Finalmente dos años después vino con una excursión de la UNAM a Cozumel y recordaría toda su vida, incluso soñaría con ello, la primera vez que descendió en las cristalinas aguas del Mar Caribe. Era inolvidable e increíble esa sensación de voltear a todos lados y ver el fondo, la superficie, los rayos del sol que danzan hacía abajo.

 Aquí tengo que vivir, se prometió. Así que vino a establecerse en la isla y consiguió, gracias a la recomendación de su instructor de buceo, un trabajo como Dive Master con Gabriel Nayar. Había seguido el camino de innumerables compañeros y a todos Nayar los acogía en su tienda de buceo. Con el tiempo las horas tomaron ese lento transcurrir y el ritmo insular tan particular que llama tanto la atención a los chilangos cuando llegan a la península. Su vida se volvió en un transcurrir entre su casa y el mar. Inquieto como era estudiaba constantemente sobre la flora y la fauna marina, había estudiado algunos semestres de la carrera de biología, misma que dejó por su aventura isleña. Tenia toda la enciclopedia de Jacques Ives Cousteau.

 Ahí aprendió que no había peces agresivos, que el ser humano es quien invade su espacio territorial y ahí es donde se producen los encuentros desagradables. Sobre todo que un arrecife como el de Cozumel, que es parte del Sistema Arrecifal Mesoamericano, SAM la llamada segunda barrera más grande del mundo, no existían animales venenosos como por ejemplo en Australia. Ese tipo de relaciones de competencia tan extensa, que produce gran diversidad de  conductas y adaptaciones como el ser llamativos y venenosos para sobrevivir en la “jungla” submarina, reclamaba mucho su atención.

 A principio de 2009 llevaba un grupo de 4 americanos cuando se percato que un pez escorpión, así lo conocía él, nadaba elegantemente ante sus ojos. No podía creerlo, había leído que esos peces solo existen en el Indo Pacifico, nunca en el Caribe y menos en México. Algo raro sucedía. Seguro se le escapó a alguien. Intento atraparlo pero ante el miedo a una picadura, había leído que pueden ser mortales (de hecho después supo que la diferencia entre el pez león conocido como escorpión y el pez león rojo que es el que invadió el Caribe, es la peligrosidad del veneno), y la velocidad a la que nadó para huir de él, hizo de la tarea un imposible. Nunca había visto a un pez nadar así de rápido, sobre todo el cambio de la parsimonia al acelere total.

 Pez león, pez pavo real, pez escorpión o pez dragón, son algunos de los nombres comunes por los cuales se conoce a Pterois volitans (Linnaeus, 1758); un pez de extraordinaria belleza, originario de los Océanos Indico y Pacífico, que ha dado mucho que hablar en los últimos años. Forma parte de la familia Scorpaenidae a la cual pertenecen los rascacios y peces piedra que existen tanto en el Pacifico como en el Golfo y el Caribe mexicanos. Se distingue por presentar líneas verticales rojas, cafés y blancas a lo largo de todo su cuerpo, aunque los tonos varían en función del hábitat. Las aletas pectorales tienen forma de abanico. Presentan apéndices carnosos arriba de los ojos y debajo de la boca.

Según Halstead, (1970), citado por Chevalier en 2008, su talla máxima puede llegar a los 45 cm,  en nuestra isla el Parque Nacional Arrecifes de Cozumel, PNAC se han encontrado especímenes hasta de 47 cm a decir de su director Ricardo Gómez Lozano, biólogo de profesión quien tiene que lidiar con este problema inmenso. Esto debido a que es un muy efectivo depredador que en el Caribe no tiene enemigos, la mayoría de los peces se alejan de ellos, la hipótesis es que la neurotoxina producida por el pez causa algún efecto químico que los ahuyenta. Hay registro en el Caribe y sobre todo en Australia, de que los meros son el depredador natural, solo que aquí aun hay comida y los meros por precaución ante una especie que no conocen, los evitan.

 La especie es crepuscular y nocturna y se encuentra en zonas tropicales, habita fundamentalmente en arrecifes coralinos (Ruiz-Carus, 2006), aunque también es visto en lagunas costeras de poca profundidad bancos de algas manglares y playas. Su coloración disruptiva le permite pasar fácilmente desapercibido, representando un riesgo para los buzos o nadadores porque es un animal venenoso, aunque no mortal pero si con una picadura muy molesta y dolorosa gracias a una toxina que tiene en la punta de sus aletas y que la utiliza de manera defensiva, nunca para casar.

 El veneno producido por una glándula en la punta de sus aletas que es una combinación de una toxina neuromuscular y un neurotransmisor, acetilcoliona. Las lesiones provocadas por el contacto con estas espinas, aunque son relativamente indoloras al principio pero son extremadamente dolorosas después de un rato sobre todo por la acetilcolina que es la que activa nuestras reacciones de dolor en el organismo (y al recibir la picadura del animal recibimos una dosis extra del neurotransmisor). Depende entonces de la cantidad de veneno recibida, el lugar de contacto y el sistema inmune de la víctima.

Es un pez territorial que en ocasiones nada rápidamente hacia el agresor (Myers, 1991). Sus aletas y su magnífica coloración (aposemántica) le avisan que no se lo debe tocar. La mayoría de las veces nadan tranquilamente, ondulando sus aletas con suavidad, haciendo caso omiso de los depredadores. Son
relativamente inactivos durante el día, y por lo general se refugian en las grietas de los arrecifes, y por la noche se trasladan para alimentarse (Schofield et al., 2009).
Su dieta fundamental está compuesta por peces, y es uno de los depredadores dominantes en muchos arrecifes. Además, se alimentan de crustáceos y moluscos, y son notablemente rápidos en adaptarse a consumir nuevas presas (ISSG, 2008), por lo que representan una amenaza para la biodiversidad marina, y a las actividades económicas enfocadas hacia el turismo y la pesca en las zonas invadidas del Atlántico.
Según Fichelson (1997), los estómagos de los peces león pueden ampliar su volumen 30 veces, y demostró la capacidad de estos peces para soportar el hambre durante períodos de más de 12 semanas sin mortalidad.

 En la reunión de la Iniciativa Internacional para la Conservación de los Arrecifes Coralinos, ICRI efectuada en el principado de Mónaco la segunda semana de enero, la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, CONANP a través del PNAC y en voz de su director Ricardo Gómez Lozano presentó una ponencia sobre el impacto de las especies invasoras o exóticas, en concreto del pez león. Un ejemplo de cómo atacar un problema que es regional a través de una estrategia que implica difusión, educación, investigación, captura y monitoreo, la obtención de recursos internacionales, nacionales y de empresas locales. Soluciones globales para un problema regional. Se propuso al PNAC junto con la NOAA para que produzca una estrategia regional para el Gran Caribe para atacar este problema que ya se salió de control.

 En lugares como Bahamas existen 400 peces por hectárea, en Cozumel dentro del PNAC es de 0.1 peces/ha. Fuera del parque, se calcula 4 veces mayor. La dispersión de la especie llega ya hasta Brasil. Es por eso que este fin de semana proponen un torneo de pesca de pez león en donde empresas locales otorgan premios de dinero en efectivo. De los lugares donde he trabajado en gobierno: PROFEPA, SEMARNAT, Dirección local de Ecología y CONANP, es en el PNAC donde más me han hecho trabajar y donde, me consta se trabaja 24 hrs al día para proteger nuestro patrimonio nacional, los arrecifes en Cozumel.


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